¡Es mío! Aprender a compartir
La temida etapa posesiva en los niños ya hizo acto de presencia en mi familia hace meses. Era de esperar, porque ocurre en casi todas, por no decir en todas las casas.
El egocentrismo es algo que caracteriza a los pequeños de entre 3 y 5 años. Cuando están aún en periodo de ser autónomos, la impulsividad se apodera de las emociones y cuando todavía no son capaces de empatizar. Es por estas razones que se producen situaciones complejas donde el adulto ha de intervenir, a veces será mejor no hacerlo y dejarlos seguir a su aire, aunque cierto es, cuesta mucho mantener la calma.
Los adultos, muchas veces pasan, pero no siempre se consigue porque también se ven en la obligación de educar y de hacer entender al mayor que debe compartir las cosas con los demás. Si a eso le sumamos que el mayor no tiene la capacidad suficiente para entender ni para razonar, nos encontramos siempre con el mismo problema. Por más que se trate de mediar, a la primera de cambio repiten la acción y entramos en un bucle constante de : ¡Nooooo esto es mío! ¡Nooooo no te lo dejo!, llantos, más llantos, peleas y más peleas. Además no importa lo que haya en ese momento. Cualquier cosa sirve con tal de no dejárselo al pequeño.
Cuando menos lo esperes, será el pequeño quien se convierta en amo y señor del reino, consiga enfrentarse al mayor y los papeles se invertirán.
De todos modos, y aunque esto sepamos que es una época y que hay que pasarla, no debemos dejar de lado la educación. Una cosa no está reñida con la otra. Cuanto más valores inculquemos desde pequeños, mejores serán los frutos, o eso espero :D.
Me gusta apoyar cada aprendizaje con un cuento como es habitual. En este caso, la Editorial Picarona, nos brinda un título que no puede ir más en sintonía al tema que estamos tratando.
¡ES MÍO!
Peso 0.436 kg
Dimensiones 25 x 0.7 x 27.5 cm
Edición 1ª
Encuadernación Cartoné
Formato 250 x 275 x 7 mm
ISBN 978-84-9145-222-5
Págs. 36
El cuento es perfecto para primeros lectores. La trama es muy sencilla. Utiliza frases cortas y concisas con información muy clara y directa y con letra de un tamaño adecuado para los que están empezando a adentrarse en el mundillo lector.
La historia tiene como protagonista a una niña y a su primo pequeño. La niña aparece aferrada a su osito de peluche y a todo cuanto su primo pretende utilizar para jugar. Las ilustraciones son geniales, llenas de fuerza y de colorido que consiguen captar la atención del lector y que acompañan a las mil maravillas a la narración de la historia. Utiliza colores muy vibrantes con estilo acuarelado que son una verdadera preciosidad.
La pequeña no quiere compartir y se pasa todo el cuento gritando a los 4 vientos que esos juguetes son suyos. Su primo no puede, bajo ningún concepto utilizar nada de lo que ella tenga. El bebé se sorprende y va pasando de una cosa a otra, llevándose siempre la negativa de su prima. No entiende nada, pero el pobre se conforma con lo poco que le queda. Es entonces cuando la niña se queda perpleja y recibe la mejor lección que podían darle.
Como quiere absolutamente todo lo que el pequeñín tiene, él agudiza su ingenio y utiliza un trapo para captar la atención de la niña. En ese momento, ella le pregunta si puede jugar con el trapo, porque obviamente también lo quiere. El peque la deja hacerlo y cuando menos se lo espera corre a buscar los juguetes que tantas veces le fueron negados.
Swann Meralli y Carole Crouzet han compuesto una preciosa y divertida narración sobre la posesividad como opuesto de la imaginación y la inocencia. Un libro ideal para ayudar a los más pequeños a entender que tienen que compartir y que vivir es más importante que poseer.
¿CÓMO ENSEÑAR A COMPARTIR?
La mejor de las formas es predicando con el ejemplo. Somos el espejo en los que los peques se miran, por eso es tan sumamente importante que vean en nosotros y copien para que hagan exactamente lo mismo. Si nosotros les cogemos las cosas sin pedirles permiso o se las quitamos cuando las están usando, pensarán que esa es la mejor manera de proceder, sin embargo, si les preguntamos si nos dejan esto o aquello antes de cogerlo por nuestra cuenta y riesgo, irán entendiendo que es la mejor forma de actuar e irán imitando conductas que pondrán en práctica en su día a día, casi sin darse cuenta.
Mediar cuando la situación se presenta. Es una forma de conseguir integrar a los dos peques en la dinámica de juego. No se trata de penalizar siempre a uno y premiar al otro, sino de enseñarles a jugar. Los peques son egoístas por naturaleza y a estas edades mucho más. No saben jugar con los demás. Es algo lógico. Estas conductas van apareciendo a medida que ellos maduran, pero si un adulto interviene y les enseña a jugar juntos haciendo que la dinámica sea entretenida, seguro que olvidan el egoísmo y prefieren participar de la actividad tan divertida que se les plantea.
¿Y vosotros qué opináis? ¿Sois de los que pasáis del tema o de los que mediáis para tratar de calmar las aguas?
Buen día,
Andrea
Instagram: @aprenderconellos
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